No es una película de acción: Donald Trump tira abajo el ala este de la Casa Blanca y ha puesto en peligro a su gobierno

La construcción de un nuevo edificio, anexo a la residencia presidencial, podría haber liberado a uno de los materiales más peligrosos del siglo XX

No es una película de acción: Donald Trump tira abajo el ala este de la Casa Blanca y ha puesto en peligro a su gobierno
La Casa Blanca tendrá un gigantesco salón de baile, aunque sea a costa de la salud pública
Publicado en Ciencia

El polvo de la demolición del Ala Este de la Casa Blanca no solo fue causado por los escombros de una reciente obra, sino que también ha generado una nube de sospechas. Un senador demócrata, como representante del peliagudo asunto, está exigiendo explicaciones a la administración de Donald Trump y a la empresa encargada del derribo, ACECO, por el posible riesgo de exposición al amianto, un material altamente tóxico que estuvo presente en la construcción original del edificio en 1902 y en su posterior ampliación en 1942.

El peligro oculto del Ala Este de la Casa Blanca

El senador Edward J. Markey, según la información publicada en The Washington Post, envió una carta al contratista denunciando la falta de transparencia sobre las medidas adoptadas para evitar la liberación de fibras de amianto durante la demolición. Según el demócrata, trabajadores, funcionarios y turistas podrían haber inhalado dicho material, lo que aumentaría el riesgo de desarrollar enfermedades como asbestosis, cáncer de pulmón o mesotelioma, dolencias vinculadas a este material desde hace décadas.

Proceso de demolición de parte del Ala Este de la Casa Blanca

Proceso de demolición de parte del Ala Este de la Casa Blanca

El gobierno estadounidense asegura que la retirada de materiales peligrosos se realizó conforme a la ley y que el proceso cumplió con las normas federales de seguridad. Sin embargo, no ha presentado ninguna documentación pública que confirme análisis previos a la demolición. Lo que sí conocemos son las imágenes difundidas por medios locales, donde se muestran nubes de polvo y operarios sin equipos de protección visibles, aunque sí se utilizasen mangueras para reducir la dispersión de las partículas.

La demolición en cuestión forma parte del proyecto de construcción de un nuevo salón de baile impulsado personalmente por Donald Trump y financiado, parcialmente, con fondos privados. Entre los principales donantes figuran grandes empresas como Amazon, Comcast o Lockheed Martin, además de inversores como los gemelos Winklevoss, quienes se hicieron famosos por acusar a Mark Zuckerberg de robarles la idea de Facebook, y Stephen Schwarzman, cofundador y presidente de la firma de inversión Blackstone Group. El presupuesto estimado ronda los 260 millones de euros.

El proyecto, como ya estarás imaginando, ha provocado toda una oleada de críticas. Conservadores y legisladores acusan a Donald Trump de saltarse los procedimientos de revisión federal y de precipitar un proyecto de alto impacto histórico y medioambiental. Sin embargo, el presidente estadounidense justificó la rapidez de la obra asegurando que puede hacer lo que quiera. Esto sería gracioso de no ser por un dato inquietante: la compañía ACECO no posee ningún tipo de licencia activa, en la ciudad de Washington D. C., para manipular amianto.

La organización Asbestos Disease Awareness, que lleva dos décadas denunciando la exposición al amianto, ha recordado que la ley federal exige la inspección y notificación previa antes de cualquier demolición en la que pueda haber este material. Hasta el momento, la Casa Blanca no ha respondido a sus peticiones. Más allá del debate político, el polvo que cubre los jardines del Ala Este podría esconder un problema de salud pública. Porque si algo nos enseñó el siglo XX es que el amianto es uno de los asesinos más silenciosos jamás estudiados.

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