Sentarte en la taza de un váter público es una de las cosas más higiénicas que harás hoy
¿Eres de los que se sienta en la taza de los váteres públicos o todavía te resistes? Supera tus miedos: después de todo tocas cosas mucho más sucias.

Entras a los servicios y comienzas el protocolo estándar: envolver la taza con papel higiénico (si es que lo hay). Quizás optas por operar desde las alturas, con el consecuente riesgo que conlleva. Los hay incluso que son capaces de subirse de pie a la taza. No hay un manual, pero hay algo claro: por muy limpio que esté un lavabo, pocos son los osados que se atreven a apoyar su culo en él. Y es que no hay nada como el baño de casa.
Un alegato a favor de sentarse en los WC públicos
Sé que no soy la única, tú también lo haces y seguramente tus padres te han enseñado así. En otros casos no se hace por puro sentido común. La realidad es que nuestro miedo a los váteres públicos es infundado: el riesgo de contraer un infección es mínima, pero ya es demasiado tarde, nuestro cerebro está convencido de ello.
Una larga historia de enfermedades contraídas en WC públicos
Una encuesta realizada en 1991 por el Instituto de Salud Pública entre 528 mujeres británicas sobre esta cuestión evidenciaba que solo un 2% de ellas se sentaba a pelo. Han pasado 27 años, pero algunas cosas no cambian. No hay más que leer las noticias: en 2003 una niña de 8 años se cogió gonorrea tras sentarse en los váteres de un avión, no había otra causa posible según concluyó en un paper el Instituto de Salud Pública británico.
Otro paper posterior evidenció que la salmonela puede sobrevivir en váteres públicos hasta 4 semanas después de que la diarrea de la persona infectada haya cubierto la loza. Un tercer estudio más demostró que los virus procedentes de gripes estomacales también persisten en los inodoros en los que se ha vomitado. Incluso el 3,3% de los váteres de los hospitales contienen un estafilococo resistente a los antibióticos, según un cuarto estudio.
Supera tus miedos y siéntate, palabra de experto
Tras leer esto, ¿qué clase de desequilibrado querría sentarse en un váter que no fuera el suyo? Pues algunos expertos microbiólogos lo harían con gusto. Varios de ellos han sido consultados por The Verge, arrojando unas conclusiones que te harán replanteártelo:
Los váteres públicos son uno de los lugares más limpios que encontrarás en los restaurantes, eso seguro.
El que lo afirma es Charles Gerba, profesor de microbiología y ciencias ambientales de la Universidad de Arizona. Según este experto, hay 200 veces más bacterias fecales en una tabla de cortar que en la taza de tu váter. La razón: limpiamos la taza del váter mucho más a menudo. Mención especial merece el dinero o los teléfonos móviles, dos de las cosas menos higiénicas que no tenemos ningún reparo en tocar.
Por otro lado, A las bacterias no les gusta vivir en una taza fría, húmeda y de plástico, así que prefieren entrar a tu cuerpo. Pero para eso necesitan una herida. Aunque el mayor peligro está en tus manos: si tocas algo infectado y luego te llevas los dedos a la boca para morderte las uñas por ejemplo, estos microorganismos ya han cumplido su misión. No quiero sonar como tu madre pero ¡lávate las manos después de ir al baño!
Según Jack Gilbert del Cetro microbiológico de la Universidad de Chicago, es más fácil morir por tu estilo de vida, sobretodo aspectos relacionados con la dieta y el ejercicio, que por coger algo en un inodoro.
La gente se mata todos los días y aún así siguen paranoicos por una simple taza del váter. Es lo más ridículo que he oído.
Así que es momento de enfrentarte a tus miedos. El miedo no es algo estadístico ni una fórmula matemática, podemos lidiar con él. La psicología nos hace alejarnos de lo que tememos, pero también está el factor de la aversión, o lo que es lo mismo: preferimos no ir al baño por si contraemos algo que aliviar nuestras necesidades. Pero, ¿qué sucede si es una necesidad real e irrefrenable? Pues te sientas y no pasa nada. Todo es cuestión de ser prácticos y dejar los miedos a un lado.