Vive en el océano y es un animal muy raro. Ahora se ha visto uno con "cicatrices de batalla"
Una misión científica en el océano Antártico graba por primera vez al Gonatus antarcticus en su hábitat natural

La víspera de Navidad del año pasado no prometía regalos para los integrantes del navío R.V. Falkor. El mar de Weddell, en la helada inmensidad del océano Antártico, estaba cubierto de un hielo vasto y traicionero. A bordo del buque, científicos del Schmidt Ocean Institute y la National Geographic Society habían planeado una inmersión crítica en la cuenca de Powell, una llanura abisal de casi 3.000 metros de profundidad. Pero el hielo, en movimiento constante, obligó a cambiar de planes.
La aparición del calamar vivo jamás visto en el rincón más inhóspito del planeta
Fue una decisión forzada, y que parecía totalmente desafortunada, la que llevó a los científicos a conseguir un hallazgo histórico. El 25 de diciembre, desde un nuevo punto en el borde de la cuenca, el vehículo submarino SuBastian descendió más de 2.100 metros hacia las profundidades cuando, entre la penumbra marina, apareció una silueta. Era un calamar y medía casi un metro de longitud. Flotaba ante las cámaras y liberaba una nube de tinta verdosa, quizás sobresaltado por la intrusión en su apacible hábitat.
Lo extraordinario del encuentro no fue solo la escena, sino la especie que había decidido mostrarse. Por primera vez en la historia, se observaba con vida al esquivo Gonatus antarcticus, un calamar endémico de las gélidas aguas antárticas, que hasta ahora solo se conocía por restos en redes de pesca o por los picos hallados en estómagos de sus depredadores.
La grabación fue enviada a Kat Bolstad, experta en cefalópodos de la Universidad Tecnológica de Auckland. Una vez analizada, su veredicto, redactado en un reciente artículo en National Geographic, fue rotundo: “esta es, hasta donde yo sé, la primera filmación en vivo de este animal en todo el mundo”. La confirmación llegó al identificar un rasgo casi oculto del calamar: un único gancho de gran tamaño en las puntas de sus tentáculos, un arma usada, según los investigadores, para capturar presas en emboscadas submarinas.
El Gonatus antarcticus, que se mantuvo unos minutos frente a la cámara antes de desaparecer en la oscuridad, mostraba marcas recientes en los brazos y ventosas aún activas. ¿Huellas de un ataque? ¿Una batalla con un joven calamar colosal? Las respuestas parece que se quedaron flotando en el abismo antártico. Tampoco se pudo determinar su sexo, pero si era una hembra, su tamaño duplicaba al de otras que ya habían completado su ciclo vital. Si era un macho, podría estar revelando un patrón biológico aún desconocido.
Este hallazgo nos recuerda cómo los océanos más profundos aún son territorios inexplorados, con criaturas que solamente podemos imaginar, pero que nunca antes hemos visto de la inmensidad inexplorada del océano profundo. Kat Bolstad, además, asegura que “en las profundidades marinas, siempre hay una buena posibilidad de que veas algo por primera vez". Y es que "el potencial de descubrimientos y exploración es prácticamente ilimitado". ¡Larga vida al calamar antártico de las profundidades!