Acaban de desarrollar un "Halcón de acero" y está preparado para cazar y destruir drones enemigos
La guerra contra los drones tiene un nuevo protagonista llegado de Emiratos Árabes: el Allag-E, un misil interceptor eléctrico capaz de abatir amenazas a 250 km/h con una precisa y letal carga explosiva
No necesita un impacto directo para ser letal. Esa es la premisa que define al Allag-E, el nuevo interceptor de drones que se abre paso en el complejo escenario de la defensa antiaérea moderna. Su eficacia reside en una ojiva de 1,7 kilogramos que, en lugar de buscar la colisión, detona en las proximidades del objetivo gracias a un sensor de proximidad. Al activarse, libera una carga de disco de corte por fragmentación, creando un radio de explosión letal de más de cinco metros con una precisión de impacto estimada en diez.
De hecho, este sistema está diseñado para crear una burbuja de protección en un área considerable. Su capacidad operativa le permite interceptar amenazas a 15 kilómetros de distancia, alcanzando drones que se desplacen a velocidades de hasta 200 km/h. Además, puede operar con solvencia hasta un techo de 3.000 metros de altitud, cubriendo así el espacio aéreo de baja cota donde proliferan estos vehículos no tripulados. La necesidad de esta cobertura es cada vez más urgente ante el desarrollo de amenazas como el nuevo dron de última generación que ya ha completado su primer vuelo, que ejemplifica la rápida evolución de estos sistemas de ataque.
Un diseño ligero y letal para la guerra moderna
Para ello, la velocidad es un factor determinante. El interceptor se impulsa mediante dos ventiladores eléctricos canalizados, una tecnología que le permite superar los 250 kilómetros por hora. Se trata de una capacidad de aceleración crucial para dar caza a los objetivos más ágiles, una idea que comparten desde NextGen Defense, donde destacan que su diseño lo convierte en una herramienta de respuesta inmediata.
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Asimismo, toda esta capacidad ofensiva se sustenta sobre una estructura extraordinariamente ligera. El fuselaje cilíndrico, fabricado en materiales compuestos, y sus alas en forma de delta suman un peso máximo de 8,5 kilogramos al despegue. Con una longitud de 900 milímetros y una envergadura de 700, sus dimensiones compactas facilitan un despliegue rápido desde múltiples plataformas, tanto fijas como móviles. Esta flexibilidad de despliegue es una respuesta directa a la creciente versatilidad de la amenaza, que ya incluye la capacidad de lanzar drones desde aviones cisterna en pleno vuelo, creando nuevos e impredecibles vectores de ataque.
En este sentido, la propuesta de la compañía EDGE, con sede en los Emiratos Árabes Unidos, responde directamente a un desafío táctico cada vez más extendido en los conflictos actuales. El sistema Allag-E nace como una solución tierra-aire especializada, concebida para neutralizar la creciente amenaza aérea que suponen los drones de alta velocidad, los cuales a menudo logran eludir las defensas convencionales.