Ucrania tiene un nuevo enemigo: las empresas estadounidenses. Están vendiendo chips para equipar misiles de Rusia

Un grupo de civiles ucranianos lleva a los tribunales a los gigantes tecnológicos de Estados Unidos, a los que acusan de permitir que sus chips se convirtieran en el cerebro de las armas que matan en su país

Ucrania tiene un nuevo enemigo: las empresas estadounidenses. Están vendiendo chips para equipar misiles de Rusia
Camión militar ruso disparando misiles contra objetivos ucranianos al comienzo de la invasión de Ucrania en 2022
Publicado en Defensa

El cerebro de las armas rusas que atacan Ucrania habla inglés. O, más bien, está diseñado en Estados Unidos. La maquinaria bélica de Moscú depende de forma crítica de microchips fabricados por gigantes tecnológicos norteamericanos, componentes que se han convertido en piezas indispensables para sus misiles y drones. La evidencia es abrumadora: un informe de 2023 reveló que el 82% de los drones rusos capturados en el campo de batalla contenían componentes de fabricación estadounidense. Esta tecnología es la que permite que los mortales drones rusos estén equipados con capacidades cada vez más temibles, representando una amenaza constante en el conflicto.

En consecuencia, un grupo de civiles ucranianos ha decidido llevar el conflicto a los tribunales de Estados Unidos, iniciando una demanda civil sin precedentes contra tres de las mayores empresas del sector: Intel, AMD y Texas Instruments. La acusación es directa y de una enorme gravedad: sostienen que estas corporaciones han incurrido en una negligencia flagrante al no controlar sus complejas cadenas de suministro, permitiendo que su tecnología termine en manos del ejército ruso y de sus aliados iraníes.

El abismo entre la defensa corporativa y la búsqueda de justicia

Según los demandantes, el afán de lucro se impuso sobre la vida humana. Argumentan que los mecanismos de supervisión de las exportaciones eran, en la práctica, inútiles, limitándose en ocasiones a una simple casilla de verificación en los formularios de compra por internet. Se trata, como publicó recientemente Ars Technica, de un trámite a todas luces insuficiente que ha permitido la filtración masiva de tecnología de doble uso hacia zonas de conflicto. La facilidad con la que estos componentes llegan al mercado armamentístico es especialmente preocupante, considerando el debate sobre si los drones son el arma definitiva que decidirá las futuras guerras, superando incluso al armamento tradicional.

Por su parte, las empresas señaladas se defienden. Intel ha asegurado públicamente que cumple con todas las sanciones y normativas de exportación impuestas por la Administración Trump. Sin embargo, la propia compañía admite la dificultad de controlar el destino final de sus productos una vez que estos entran en el mercado global a través de distribuidores y terceros, una explicación que las víctimas ucranianas consideran una inaceptable dejación de funciones.

Sin embargo, el objetivo último de esta batalla legal va mucho más allá de una simple compensación económica por los gastos médicos y funerarios. Lo que este grupo de ciudadanos busca es forzar un cambio de envergadura en la industria. Su meta es obligar a estas corporaciones a implementar, de una vez por todas, sistemas de control robustos y eficaces que impidan que sus avanzados microchips vuelvan a ser utilizados para alimentar guerras en cualquier rincón del planeta.

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