Recorrieron 10.000 kilómetros sin parar: los tres hombres que batieron un récord con este coche de 1952
'Screwy Louie' Mattar y su 'Perpetual Motion Machine' son historia del automovilismo más de medio siglo después de su hazaña por ir y volver de Los Ángeles a Nueva York sin detenerse ni un instante.

Los amantes del automóvil siempre gustan de hacer largas rutas, de cientos o incluso miles de kilómetros. Sin embargo, la aventura de Louie Mattar está a otro nivel, ya que este trabajador de la industria automotriz consiguió completar junto a dos compañeros el viaje más largo que jamás se ha registrado sin detenerse. El 'aventurero' de Detroit logró recorrer 6.320 millas (10.170 kilómetros) sin parar ni un solo instante. No contento con esto, replicó esta hazaña con un segundo viaje en idénticas condiciones entre Anchorage (Alaska) y Ciudad de México de más de 5.000 millas.
'Screwy Louie' Mattar, natural de Detroit, se mudó a San Diego tras trabajar en la industrial del automóvil y servir en la Marina de los Estados Unidos. Fue allí donde decidió transformar de manera integral un sedán en un coche de acampada, utilizando para ello un Cadillac Fleetwood de 1952. Se podría decir que el proyecto se le fue de las manos, pero la idea original paso a ser un vehículo capaz de recorrer miles de kilómetros sin detenerse, tanto como para ir de Los Ángeles a Nueva York y volver sin parar ni un segundo. Eso sí que es autonomía y no la de los nuevos vehículo eléctricos.
Un hito difícilmente repetible
El Cadillac Fleetwood utilizado por Mattar se considera un prodigio de la ingeniería si tenemos en cuenta que contaba con un sistema para repostar el automóvil en marcha y que también equipaba estribos retráctiles y un gato que podía levantar el coche a baja velocidad para cambiar los neumáticos. Conocido como 'Perpetual Motion Machine', el coche tenía un capó transparente para ver la carretera mientras se hacían laborares de mantenimiento. Mínimas por otra parte, ya que Mattar construyo un sistema que renovaba el aceite del motor cada 1.000 millas y otro que mantenía el radiador lleno.
Con todos estos ingenios mecánicos y un remolque que contaba con lavabo, inodoro, ducha, lavadora, cocina eléctrica, televisión e incluso una fuente de refrescos, además de distintos depósitos con 870 litros de gasolina, 56 litros de aceite de motor y 115 litros de agua, Mattar y sus dos compañeros de viaje, Vern Christianson y Joe Henderson, emprendieron un viaje de ida y vuelta entre Los Ángeles y Nueva York sin detenerse ni un instante, algo que supuso un desafío mayúsculo. El viaje duró una semana y fue un completo éxito, pese a la presencia de algunos inconvenientes.
Para poder llevar a cabo este hito, Mattar y sus compañeros necesitaron la complicidad tanto de las autoridades, como de los agentes de policía y los medios de comunicación de todo el país. Sólo así se consiguió que la policía coordinase la ruta escoltando al automóvil en cada ciudad por la que tenía que pasar para no tener que detenerse en los semáforos o señales de ceda el paso y STOP. Por su parte, la historia fue contada en directo por la prensa, que incluso se podía subir al vehículo en marcha al contar el remolque con un espacio de alojamiento para los periodistas.
En este viaje de más de 10.000 kilómetros, el consumo fue algo más elevado de lo previsto y Mattar y sus compañeros tuvieron que repostar hasta tres veces en aeródromos que había a su paso sin detener el coche. Con todo, Mattar y sus compañeros lograron cerrar este hito con éxito, una aventura que tuvo un coste de unos 35.000 euros en concepto de modificaciones del vehículo y más de siete años de trabajo. El 'Perpetual Motion Machine' está expuesto en la actualidad en el Museo del Automóvil de San Diego.