De subvencionarlos a gravarlos, ¿hace bien Noruega al aplicar tasas al coche eléctrico?
El coche eléctrico podría vivir un estancamiento en Noruega si el gobierno decide gravar algunos modelos en concreto. Las ayudas, ¿deberían ofrecerse en proporción a la calidad o debería ser única?
Desde hace años, si hay un país en el que debemos fijarnos en relación al desarrollo del coche eléctrico, ese es Noruega. Es, quizás, el mejor ejemplo para explicar cómo un cambio tecnológico completamente disruptivo es posible si se combinan varios factores.
Hace unas semanas te hablábamos de cómo un país rico en petróleo estaba deshaciéndose de sus reservas a precios más bajos que la media de la última década. Parecía una estrategia completamente absurda, pero el tiempo está dando la razón al país nórdico.
La expansión de la corriente eléctrica entre la sociedad noruega ha sido posible gracias a la proactividad de diferentes agentes económicos. Por un lado, por supuesto, los fabricantes debían establecer con una distribución adecuada de las opciones eléctricas que comercializaban.
Por otra parte, el Estado debía ofrecer suculentas subvenciones a la compra de este tipo de vehículo, algo que lleva ocurriendo desde hace años. Por último, el consumidor debía hacer los propio y apostar por una conducción más eficiente y, sobre todo, menos contaminante que las motorizaciones tradicionales.
Dicho lo cual, ¿cómo se presenta el presente y futuro del parque automovilístico escandinavo? Desde hace un tiempo, las ventas de eléctricos están cerca de acabar con el dominio de la combustión interna y, por ello, ha llamado la atención la tasa que el Gobierno pretende aplicar.
Noruega, de subvencionar a exigir tasas al coche eléctrico
Es lógico pensar que, una vez se ha conseguido incrementar el consumo, la actividad del Estado se reduzca. Pensemos, por ejemplo, qué es lo que ocurrió hace unos meses con el Plan PIVE en España. Esta subvención, con la finalidad de apoyar la compra de automóviles, buscaba renovar el parque automovilístico.
Ahora, que parece que la economía fluye, se han retirado las ayudas públicas. Esto es, posiblemente, lo que podría estar ocurriendo en Noruega. Sin embargo, esta reducción de la subvención afectará, principalmente, a fabricantes como Tesla dados sus altos precios o sus datos técnicos.
De hecho, hay quienes ya han apodado esta propuesta realizada por el gobierno como Tesla Tax, en referencia a la tasa que podrían pasar a pagar sus propietarios. Y te preguntarás, ¿por qué solamente afectaría a los coches más lujosos?
Según se puede leer en Motorpasión, el Ministro de Medio Ambiente del país escandinavo, Vidar Helgesen, afirma que dichos incentivos fiscales perseguían la estandarización del coche eléctrico común, no los que están destinados a un público más elitista.
Así pues, parece que un nuevo problema podría sacudir los cimientos de la compañía de Palo Alto tras el aparente retraso de la producción de la producción. ¿Seguirán logrando los volúmenes más altos de ventas de toda Europa? Lo cierto es que, al parecer, la reducción de las ayudas provocaría un incremento del precio de hasta 7.500 euros.
Los nuevos impuestos que podrían llegar al mercado
El coche eléctrico no es una novedad en las calles de Noruega. Quizás, el problema para la Administración sea este, la cada vez más grande comunidad de coches con tecnología alternativa a la combustión.
Los incentivos fiscales, pese a que pueden ser una buena manera para captar compradores dudosos que necesiten un último empujón, pueden llegar a ser perversos en determinadas ocasiones. Es posible que las arcas públicas estén notando una reducción de sus fondos a consecuencia de la jugosa subvención del coche eléctrico.
Al parecer, según se puede leer en el portal Soy Motor, serán 3 las variables que podrían marcar, en un plausible futuro, la posible tasa al coche eléctrico; el vehículo eléctrico de mayor lujo, el que sea menos eficiente y el que supere las dos toneladas de peso.
Tanto en precio como en pesaje, el Tesla podría derivar en el pago de una importante tasa. Pongamos como ejemplo al Model S. Es un automóvil que, dependiendo del tren de potencia y las opciones, puede alcanzar fácilmente los 100.000 euros. Si a ello le sumamos que todas sus versiones superan ampliamente las 2 toneladas, ¿estamos ante el mayor freno de su historia?
Lo más llamativo de todo es el motivo que se ha ofrecido por parte del gobierno, el cual, repetimos, únicamente ha hecho, de momento, una simple propuesta no vinculante. Según se ha sabido, afirman que este tipo de coches desgastan igual o incluso más las carreteras por disponer de un peso mayor que el resto de automóviles.
Y tú, ¿crees que está legitimada la propuesta cuando aún se comercializa el 70% del parque automovilístico basado en motorizaciones de combustión interna? Habrá que ver, finalmente, cómo acaba una proposición que ya ha sido objeto de crítica por algunos partidos de la oposición.