La "puerta del Infierno" empieza a cerrarse: así es como se ha descubierto que el cráter Darvaza se apaga poco a poco

Durante más de cincuenta años, una caldera encendida en el corazón del desierto de Turkmenistán ha ardido sin tregua. Ahora, una de las postales más surrealistas de la era soviética comienza a apagarse

La "puerta del Infierno" empieza a cerrarse: así es como se ha descubierto que el cráter Darvaza se apaga poco a poco
Imagen de archivo de dos exploradores asomándose al cráter infernal de Darvaza
Publicado en Ciencia

En el desierto de Karakum, localizado en Turkmenistán, una zanja ardiente de 30 metros de profundidad y casi 70 metros de diámetro asombra al mundo como si la Tierra hubiese abierto su boca para escupir fuego. Conocida popularmente como la puerta del Infierno, este cráter de gas ha permanecido en combustión desde 1971, cuando una perforación soviética tropezó con una bolsa de gas natural. Para evitar la liberación de metano tóxico, se encendió. Se pensó que ardería unos días. Han pasado ya 54 años.

El infierno se apaga en Turkmenistán tras medio siglo de fuego

No existen registros oficiales soviéticos, ni tampoco informes técnicos ni confesiones de aquel incidente del pasado. Solo hay fuego y una leyenda encendida por el tiempo. Sin embargo, los últimos datos sugieren que este espectáculo infernal tiene los días contados. El pasado 5 de junio, durante la conferencia TESC 2025, celebrada en Asjabad, científicos de la empresa nacional Turkmengaz confirmaron lo que el resplandor ya venía insinuando: las llamas se están apagando.

La combustión ha disminuido a un tercio de su intensidad máxima registrada en 2013, cuando las temperaturas alcanzaban los 1.000 °C y la luz del cráter podía verse a kilómetros de distancia. La clave parece que estaba en el subsuelo. Turkmengaz ha reactivado pozos abandonados y ha perforado otros nuevos, con el fin de interceptar el metano antes de que alimente al cráter. Además, el proyecto conjunto con Naciones Unidas, conocido como MARS, siglas de Sistema de Alerta y Respuesta al Metano, ha permitido monitorizar las emisiones vía satélite, confirmando en tiempo real lo que ya parece inevitable: la puerta del Infierno se está cerrando.

Sin embargo, no todo ha sido caos y fuego. También se han producido extraordinarios descubrimientos en el interior de esta boca infernal. Por ejemplo, en 2013, el explorador canadiense George Kourounis descendió al fondo del cráter con un traje ignífugo y oxígeno autónomo. Fue allí donde recogió muestras de suelo que, para sorpresa de la comunidad científica, contenían organismos extremófilos viviendo entre las brasas. Y es que parece que hasta el infierno tiene inquilinos.

Aun así, el de Darvaza no es el fuego más longevo provocado por el ser humano. En Centralia, Estados Unidos, un incendio subterráneo iniciado en 1962 sigue ardiendo bajo el suelo de una ciudad fantasma. En India, el fuego de Jharia lleva activo desde 1916. Y el récord absoluto lo ostenta el Monte Wingen, en Australia. Allí, un incendio natural en una veta de carbón lleva ardiendo desde hace más de 6.000 años y avanza lentamente bajo tierra.

Mientras tanto, en Turkmenistán, los trabajos continúan. No solo se persigue apagar un símbolo, sino que se busca capturar metano, reducir emisiones y escribir el capítulo final de uno de los errores geológicos más famosos del siglo XX. Porque si algo ha demostrado la puerta del Infierno es que incluso las llamas más cabezotas terminan rindiéndose. Solo hacía falta una chispa algo de ingenio y medio siglo de espera.

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